QUICA DE ZANZI - PARTE II

 

QUICA DE ZANZI

PARTE II

Era la mañana del 11 de septiembre de 1973 y con preocupación Quica observa desde la ventana de su departamento un enorme despliegue militar, las calles estaban plagadas de cascos por doquier. Preocupados sintonizaron la radio y pudieron escuchar el último discurso de Salvador Allende, el presidente, el compañero, el amigo. La historia que continuó en Santiago es la más conocida y recordada, pero todas las ciudades del país fueron alcanzadas por el golpe militar. En Punta Arenas, los seguidores de Allende se reunían en sus sedes de partido, donde eran detenidos por centenares, los más cercanos le sugerían a Carlos y a Quica huir a Argentina, pero ellos se negaron, prefirieron hacerle frente a lo que viniera, más que mal, ellos apoyaban a un gobierno que había sido electo legítimamente en democracia. La tarde del 15 de septiembre, Carlos sería detenido.

Punta Arenas, 11 de septiembre de 1973


Imagen extraída de https://www.flickr.com/photos/stgonostalgico

Los próximos tres días fueron de una total angustia para Quica, estaba lejos y sin saber nada de quien había sido su compañero inseparable por más de 30 años. A su alrededor, todo era caos, los militares que se llevaron a su esposo habían ingresado con una violencia escandalosa, buscando las armas que se suponía tenían escondidas, no encontraron nada más que un rifle que el propio Carlos entregó y algunas fotos de la familia con Allende y Tencha, su mujer. Pasó cada minuto, cada segundo en la más grande desesperación ¿Qué pasaría ahora? Era la noche del 18 de septiembre, Punta Arenas y Chile completo estaban en pleno toque de queda, sin embargo, Quica presintió que venían por ella, una intuición que iba en contra de lo que habían dicho por televisión: las mujeres no serían detenidas.

Preparó una pequeña maleta con algunas pertenencias y en un corto trayecto fue llevada hasta la cárcel. Pasó una de las noches más terribles de su vida, en una celda sola, con claraboyas donde se colaba el viento frío que venía desde el Estrecho, a oscuras, llena de ratas. No podía sucumbir, debía ser fuerte, recordaba a cada instante a su tío Lino y en ese momento tomó la decisión de escribir un diario, que se transformaría décadas más tarde en parte fundamental de sus memorias.

Fueron al menos cuatro días en ese lugar, en la absoluta soledad, con escaza comida, sin abrigo y peor aún, sin ninguna explicación del por qué estaba ahí. No se dio cuenta cuando se desvaneció y perdió el conocimiento, solo recuerda que despertó con mucha gente alrededor que le preguntaban si padecía alguna enfermedad:

-“Tengo una isquemia”, susurró. No podían arriesgarse, llamaron a su médico y la dejaron ahí, tirada en el piso frío.

Cuando despertó estaba su médico de siempre, de toda la vida, pero esta vez vestido con uniforme militar, eso la desconcertó, no entendía qué estaba pasando. Fue trasladada a la enfermería del penal donde consiguió descansar, a pesar de que las condiciones seguían siendo malas, al menos ahora estaba tendida sobre un colchón. El médico, a quien ya no consigue reconocer como aquel profesional gentil que la atendía hace unos meses atrás, le dice que el General Intendente está dispuesto a liberarla si confiesa. ¿Confesar, qué?

Quica no sabía qué querían, solo temía por su marido y sus hijos que debían estar padeciendo lo mismo que ella. Se le consideró en rebeldía por no dar información y la trasladaron al regimiento de Ojo Bueno, irónicamente construido y entregado por el gobierno de Allende. Fue encerrada en una celda con otras mujeres, Gladys Pozo de las juventudes socialistas y Ema Osorio, una trabajadora de la salud simpatizante de la izquierda, eran ahora prisioneras de guerra.

Es aquí donde comienzan los 8 meses de detención y tortura de Quica de Zanzi y sus compañeras. Ellas como miles de chilenos detenidos en dictadura fueron víctimas de las peores vejaciones que se puedan imaginar. Eran periódicamente trasladadas a un centro de torturas que fue bautizado como el Palacio de la Sonrisa ubicado en la céntrica Avenida Colón de Punta Arenas. Fue en este lugar donde a Francisca le dijeron que sus hijos habían muerto en Santiago en la casa de Tomás Moro de Salvador Allende, fue en esa casona que tenía como fachada ser una oficina administrativa del Servicio de Inteligencia Militar donde a sus casi 50 años esta madre y abuela fue desnudada, golpeada hasta quedar coja de por vida, electrocutada, sumergida sin saber nadar en las aguas gélidas del Estrecho de Magallanes, drogada, quemada con cigarrillos en cada parte de su cuerpo, violada… Quica estuvo al borde de la muerte más de una vez, cualquiera pensaría que ese dolor físico era lo peor que podía sufrir, pero no… a Quica lo que le dolía era la traición.

Quica se sintió traicionada por cientos de personas que compartieron con su familia y que ella consideraba sus amigos. Se sintió traicionada por el General Intendente de Magallanes, Manuel Torres de la Cruz, quien había sido designado por Allende y con quien estrecharon lazos durante los años del gobierno y ahora le exigía confesar para ser liberada, cada tortura que vivió fue por orden directa de él… Se sintió traicionada por su médico, que ahora vestía atuendos militares, no podía reconocer a ese hombre que la trataba hace largos años de sus dolencias ¿Quién era él? … Se sintió profundamente traicionada y decepcionada de la Masonería, institución que se jactaba de profesar valores revolucionaros, de tratarse de hermanos; su marido era masón, Allende era masón ¿Qué hizo la masonería chilena? Hizo vista gorda, fue testigo mudo, compartió mesa con la Junta Militar, ¡TRAIDORES!.. Pero ninguna de esas traiciones fue peor que la de su propio hermano, el Teniente Juan González Fernández, quien al saber de la situación de su hermana y su familia, no hizo nada por ellos y con los años se convirtió en uno de los más fervientes defensores de la dictadura y de Pinochet, ese dolor la acompañó hasta su último día.

Quica reconoce a la Iglesia Católica como la única institución que estuvo a la altura. En sus meses de presidio, un padre las iba a visitar, les daba noticias de sus familias, les dejaba libros, las escuchaba y desde afuera, a través de la Vicaría, se hacían todas las gestiones posibles para su liberación, era al único lugar donde las familias podían acudir para saber de su seres queridos, la única esperanza en medio de todo el horror que se vivía aquellos días. Fue gracias a la Iglesia que Quica pudo salir de la prisión para seguir su detención desde el departamento de calle Roca, su hogar.

Estaba tal como lo había dejado antes de su detención, pero su vida ya no era la misma, todo había cambiado demasiado. Mientras Quica estuvo en Ojo Bueno, Carlos Zanzi fue llevado hasta Isla Dawson, lugar a donde llegaron los hombres de confianza de Salvador Allende, por otro lado, su hijo Juan Carlos estuvo detenido en Tejas Verdes, fue torturado por Manuel Contreras, nunca volvió a ser el mismo, cuando lo liberaron buscó asilo y se fue junto a su esposa y su pequeño hijo recién nacido a Suecia, sin conocer a sus abuelos. Mario, se fue a Paris. La dictadura le quitó a Quica lo único que le era de verdad importante, su familia.

En su casa, Quica trataba de recuperarse, pero no se hallaba en ese lugar sin su compañero, se preguntaba con tristeza si lo volvería a ver. Un día por la tarde escuchó que Irma, su empleada de siempre gritaba desde la ventana:

-“¡Es el señor Carlos, ha vuelto!” … No lo podía creer, después de haber sufrido tanto, por fin se sentía legítimamente feliz.

Luego de un corto tiempo en Punta Arenas, donde eran custodiados día y noche, fueron enviados a la ciudad de Ovalle para seguir su confinamiento, tuvieron que dejar atrás todos sus recuerdos y emprender rumbo a tierras lejanas. En Ovalle estuvieron un poco más tranquilos, las personas eran amables y no simpatizaban para nada con los militares, no desde que pasó la caravana de la muerte y terminó con la vida 15 personas. No fue hasta 1976 que fueron autorizados para abandonar el país y comenzar el exilio en las tierras de los González-Fernández, España.

En Europa pudieron estar más cerca de sus hijos y conocer a sus nietos. Consiguieron trabajo en una empresa catalana y llevaban una vida austera y tranquila, pero la morriña de su tierra fue más fuerte…

Era el 26 de febrero de 1984 y la Junta Militar vivió la primera gran manifestación en contra el régimen, nada más ni nada menos que en la ciudad de Punta Arenas, esta noticia llegó a los Zanzi-Fernández, era hora de volver. 

En un acto de valentía absoluta, pisan suelo chileno en 1985. Así como su tío Lino viajó años atrás para ayudar a su gente en la Guerra Civil española, dando la cara, Quica volvía a hacerle frente al monstruo que la golpeó, la electrocutó, la violó y fracturó a su familia, ya nada más podían hacerle porque su felicidad, su anhelo de pasar las navidades con sus hijos, de verlos crecer libres y felices, eso, la dictadura ya se lo había quitado.

Al llegar a Punta Arenas, Carlos se sumó al ahora clandestino Partido Socialista para ayudar, como siempre, en las labores administrativas; Quica fue más allá y su regreso fue claramente más notorio. Se integró a la Comisión de Derechos Humanos y participó en cada acto y manifestación que hubo, fue hostigada en varias ocasiones pero no iba a desistir, participó en la prensa, radio y televisión local tratando temas como el exilio y el feminismo. Llegó la campaña del NO en la que participó activamente, llena de esperanzas y claro que debía tenerlas, podía ser el fin de un largo sufrimiento.

Volvió la democracia, volvió su hijo Juan Carlos. Francisca lo había logrado, le ganó al monstruo, ahora debía sanar un alma cansada de tanto luchar. Desde su presidio en 1973, en aquellos cuadernos clandestinos escritos en cautiverio había quedado rondando la idea de contar lo que le había sucedido, lo que había vivido, de atar cabos sueltos y entender. Tuvo que haber sido difícil recordar algunos momentos, pero lo hizo y en el año 2002 salió la primera edición de su libro Mi memoria es mi verdad.


Pensó que nadie lo leería, su afán no era el reconocimiento, sino cerrar su herida, sin embargo, su relato fue tan potente que no pasó desapercibido. Ese mismo año recibió el premio “Mujer destacada” otorgado por la Intendencia de Magallanes por su inagotable labor social y compromiso con los Derechos Humanos.

Año 2004, era invierno en Punta Arenas y un día de julio, su compañero de toda la vida, Carlos Zanzi, falleció. Se vio sola, como desde su detención no había estado y tomó la determinación de trasladarse a Santiago para estar cerca de su familia. Su salud estaba deteriorada y de a poco su memoria comenzaba a fallar. Parecía el ocaso de un largo día en la Patagonia, con viento, lluvia, nieve y claros del sol, pero a Quica le faltaba su última batalla…

Quica de Zanzi y Carlos Zanzi

Imagen extraída de http://www.dawson2000.com/

Corría el año 2012 y todos los noticiarios del país hablaban sobre un polémico homenaje a Pinochet, se trataba de un documental patrocinado por la Fundación 11 de Septiembre presidida en aquellos años por el ex Teniente Juan González ¿Lo recuerdan? El hermano menor de Francisca dio una declaración con una muestra de total negacionismo y afirmó que nunca hubo torturas en Chile, que eran todas mentiras…

Al oír esto, Quica sacó fuerzas de su precaria condición de salud y fue a dar su última pelea contra el traidor que más sufrió, su hermano, al que tomó en brazos, cuidó y protegió con amor fraterno en su juventud. En una entrevista en el canal CNN Chile, Quica fue a decirle al país entero que ella, Francisca González Fernández, hermana de Juan González Fernández había sido detenida y torturada en el año 1973 y que su hermano lo sabía, él siempre lo supo, porque toda su familia le rogó por ayuda y él se negó. Pocos meses después, Quica falleció con 88 años en el Hogar Italiano en Santiago, tranquila y en paz. Aunque quedaría la estocada final…

En su responso en Santiago, antes de su cremación, muchas personas hablaron sobre ella y todo lo inspiradora que fue para tantas que padecieron lo mismo, parecía haberse dicho todo, cuando de la multitud aparece su hermano Juan quien dice las siguientes palabras:

-“No me van a creer, pero la noche anterior a su muerte, ella me visitó en el sueño y dijo que venía a despedirse”. Es inevitable no recordar a otros personajes del mismo sector que suelen ser visitados desde el más allá. Sin embargo, el último adiós de Quica no sería con el eco de las palabras inocuas de su hermano. Se levanta de su silla Rosa María Lizama quien con solo 16 años fue la presa más pequeña en Ojo Bueno, compañera de reclusión de Francisca y dijo:

-“Quica me ayudó y me dio fuerzas”. Y esas palabras sí permanecieron y acompañarían a sus cenizas que viajaron de vuelta a la Finisterre de los Zanzi-González, Punta Arenas.

Este relato fue construido en tercera persona por Ruta Violeta a través de los ojos de Quica de Zanzi basado en su libro Mi memoria es mi verdad, una historia esencial para entender por qué no podemos permitir que el olvido sea la única forma de perdón, porque existe un camino mejor, la verdad y la justicia.

Tumba Matrimonio Zanzi - González, Cementerio de Punta Arenas (2022)

 

Fotografía: Ariana Riquelme

💜🌺👉Ver también: Recorre virtualmente el espacio de memoria de Colon 636 en Punta Arenas.

💜🌺👉Ver también: Adquiere el libro MI MEMORIA ES MI VERDAD aquí  

💜🌺👉Ver también: PUNTARENAZO, EL PODER DE LA RESISTENCIA

Video extraído del Canal de Youtube de Casa DD.HH. Colon 636 

💜🌺👉Ver también: Entrevista a Quica de Zanzi en CNN

Video extraído de Canal de Youtube de CNN Chile https://www.youtube.com/user/cnnchile

                        💜Escucha el podcast de Quica de Zanzi en RUTA VIOLETA💜


💜📝🎬🎤Guion, voz y edición: Ariana Riquelme Troncoso

🔎Investigación: Ariana Riquelme Troncoso

📝🎶Musicalización y edición de guion: María José Martínez Cabezas

 

Referencias

De Zanzi Quica. 2019. Mi memoria es mi verdad. Primera edición. Editorial Forja.

La prensa austral. 23 de agosto de 2012. Murió ex presa política y amiga de Salvador Allende. https://archivo.laprensaaustral.cl/archivo/murio-ex-presa-politica-y-amiga-de-salvador-allende/

La prensa austral. 24 de agosto de 2012. Polémico hermano despidió a Quica de Zanzi. https://archivo.laprensaaustral.cl/archivo/polemico-hermano-despidio-a-quica-de-zanzi/


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